Pezón de mujer mayor
Bischofberger U (2024) Pezón de mujer mayor (Escultura efímera)
En términos de tiempo en la historia humana, hace un pestañeo (1) no se hablaba de violencia de género; hace un bostezo no se hablaba de abuso sexual (2); unos pasos atrás o por las periferias la vida humana vale poco, y, andando un poco más, no vale nada.
Primera mitad del siglo XXI: siguen existiendo violencias devastadoras como incendios. Siguen también emergiendo violencias como fuegos fatuos, violencias a las que hay que dar nombre, sufridas por las víctimas y silenciadas por el desconocimiento de cómo nombrarlas. Es tarea humana erradicar las violencias, y también aprender a detectarlas.
He aquí un territorio que no sé si está habitado por el feminismo o si lo deja desierto: su intersección con la maternidad y la etología. Cruce que tengo pendiente. ¿Qué violencias hay aquí? El maltrato filioparental, en los sentidos de padres a hijos pequeños y de hijos a padres mayores. La segunda es un área que tendrá cada vez más importancia con el envejecimiento de la población, como muestra la situación de los mayores en sociedades como la japonesa. (3)
Ojalá los mayores pudiéramos formar equipo, ojalá evitáramos activamente la situación subalterna en que nos deja nuestra improductividad y nuestro coste en el marco neoliberal. Propongo: no bajemos la cabeza, mayores, ante el ninguneo, ante el olvido, ante la indiferencia y tampoco frente a la agresión explícita de los jóvenes, parientes o no; resistámonos a ser excluídos. Atención a la negligencia. Si el animal herido y jadeante de agotamiento que es el sujeto posmoderno muerde (desorientado, frustrado, vapuleado en su salud física y mental por tanta exigencia como le cae encima), hay que hacer frente a la situación desde el lugar de los que hemos tenido asideros más sólidos.
Pezón de mujer mayor es una variación más de mi trabajo sobre la vejez Vejez y occidente, y, también de mi trabajo Lugar del árbol sin futuro. Se refiere a todos en general, pero he tomado el cuerpo femenino y, en concreto, su parte más “nutricia”, el pezón, como representación. También en ese sentido nutricio, y agregando el sentido de subalternidad (¿qué más subalterno que este tubérculo?) represento el cuerpo como patata. El cuchillo es la violencia.
Por último, y como respuesta de las economías precarias ante el insultante dispendio de recursos de algunos artistas del Land Art (artistas bien situados en esa maquinaria productiva que produce el destrozo que denuncian), clasifico mi obra osadamente como Land Art. Mi territorio natural es la patata; igual que, algunos, manejan toneladas de tierra, yo manejo algo manejable, la piel de una patata. Ninguna de las dos, tierra voluminosa o pequeña patata, es más naturaleza que la otra: todo es cuestión de escala.
(1) Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
(2) https://www.ehu.eus/documents/1736829/5274977/07+Saez
(3) En Japón, hay un grupo amplio de mayores sin recursos que realizan pequeños hurtos y consideran que la vida carcelaria es mejor que la exclusión social en la que viven.
Debatcontributions 2el Pezón de mujer mayor
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Hola, Pau, por si Dios me oye y consigo que leas algo de lo que escribo fuera de los ejercicios, te comento:
Escribo esto porque creo que el colectivo de mayores y todo lo que les (nos) sucede con (vos) los jóvenes, es un área que los Estudios Culturales podrían abordar. Son grupos en los que no existe nexo interno, grupos que están sufriendo mucho, grupos que sufren tantas violencias como los negros o las mujeres y grupos de personas, por lo general, cualificadas y con ganas de vivir (como dice el reportaje sobre Japón.
Así que si Dios me ha oído, a lo mejor tú lo has leído y si me contestas, Pau Guinard, se me habrá aparecido el Espíritu Santo en forma no de humilde palomita, por lo menos de enorme quebrantahuesos: tal será mi sorpresa y alegría.
Puntualizo:: no, no, no tanta violencia como los negros o las mujeres. Esto es incorrecto, porque falta la palabra “en el futuro”: me refiero, cuando no haya recursos para atender a toda la población envejecida, momento que se aproxima inexorable.